Nota de Heidi: Uno de los revisores del último capítulo me preguntó por qué Helga y Phoebe ya no eran amigas. Es un punto importante que debí haber mencionado antes. Lo he abordado en este capítulo. ¡Mantengan esos reviews viniendo, y les deseo un gran Halloween, a todo mundo!

Nota de Sandra: Voy a vestir a mi hija de Helga este Halloween. Ya tengo todo listo, el vestido no es igual al de Helga pero se parece bastante y ya le puse su listón rojo y conseguí el moño. Afortunadamente somos unicejas naturales, así que no será un gran lío ensombrecerle en medio de las dos cejas. Espero que sea reconocida por alguien, porque estas nuevas generaciones no conocen bien a los personajes. ¡Pobrecitos! ¡Nunca sabrán lo que se pierden! ¡Yo seré la Bruja Calamidad, entregaré dulces de gelatina con forma de gusano como el abuelo y estaré diciendo a todo el que quiera escuchar 'Son difíciles los hombres jóvenes, ¡pero adoro sus corazones!'

Feliz Noche de Brujas!


Capítulo Tres


Arnold sintió un escalofrío inmenso descender desde sus hombros a sus pies. Se aferró a Helga como a un ancla mientras sus ojos recorrían la habitación desesperadamente - Lila había desaparecido.

Los cinco se quedaron amontonados en el centro del baño ahora silencioso, mirando hacia el cuarto oscuro que contenía los urinales y lavabos, -lavabos que habían sido cerrados por algo que estaba dentro de esa habitación.

"No puede ser," Teddy susurraba, y Arnold se dio cuenta de que incluso él estaba asustado. "No puede ser – seguro que nos está jugando una broma."

"¿Lila?" Curly la llamó. Oyeron pasos en el cuarto de baño oscuro y los cinco dejaron escapar un gemido colectivo.

"¡Algo ahí dentro la ha atrapado!" Rhonda gritó.

"¡Lila!" Arnold gritó, soltando a Helga y caminando un poco hacia delante. Su corazón latía tan locamente que sentía como si fuera a colapsar, pero no estaba dispuesto a quedarse ahí parado y dejar que lo que sea que estaba ahí adentro hiriera a Lila.

"¿Sí, Arnold?" ella dijo, apareciendo de repente en la puerta de la habitación oscura. Arnold gritó, y escuchó a las chicas detrás de él gritar también. Lila saltó hacia atrás un poco, y luego se echó a reír.

"¿Qué es lo que les pasa?" preguntó ella dulcemente.

"¿Dónde estabas?" Preguntó Arnold, agarrándola de sus hombros, como para asegurarse de que fuera real. Se sentía sólida bajo sus dedos, y se veía un poco perturbada por su atrevimiento.

"Sólo estaba cerrando esas llaves," dijo inocentemente, soltándose del agarre de Arnold. "Es un enorme desperdicio de agua."

"¡Oh Dios mío!" Rhonda murmuró, y Arnold pudo escuchar en su voz que tenía ganas de abofetear a la bien intencionada Lilita. Por una vez en su vida pudo entender por qué Helga la encontraba odiosa. Él gimió para sus adentros. Teddy rió.

"¡Oh, hombre, eso fue increíble!" dijo. "¿Escucharon a Rhonda? '¡Algo la ha atrapado!'" Dijo, imitando a la chica.

"Déjame en paz," Rhonda gruñó, acercándose a Curly, quien puso un brazo tranquilizador sobre sus hombros.

"Te dije que no se preocuparas", dijo. "No hay espíritus dañinos aquí."

"¡Quita tus manos de encima de ella, anormal!" Teddy gruñó.

"¡Deja de tratar de decirle a la gente lo que debe hacer!" Rhonda espetó, sorprendiendo a todos. Helga gruñó y caminó hacia el pasillo. Arnold la siguió.

"Espera," dijo, cogiéndola por el brazo mientras se dirigía por el pasillo. "¿A dónde vas?"

"Me largo de aquí," dijo ella, tirando de su brazo para soltarse "Esto es una pérdida de tiempo."

"No te puedes ir sola," dijo Arnold. "Déjame ir por Lila y los otros -"

"¿Por qué no te quedas aquí con Lila?" Helga replicó. "Ciertamente ella parece estar divirtiéndose mucho. ¡Y ustedes me llaman a mi fenómeno!"

"¡Nunca te he llamado fenómeno!" Arnold dijo, enojándose ahora. De vuelta en el baño se podían oír a Rhonda, Curly y Teddy gritándose el uno al otro.

"Esto es un desastre," dijo Helga, sacudiendo la cabeza.

Entonces lo oyeron. Justo encima de sus cabezas, procedente del tercer piso - un sonido como si alguien hubiera dejado caer un peñasco. Polvo flotaba del techo hacia abajo, sobre sus cabezas .

Helga de inmediato abandonó su actitud obstinada y saltó hacia Arnold, aferrándose a su camisa. Él puso sus brazos alrededor de ella, las alarmas empezaron a sonar en su cabeza - todos los instintos de su cuerpo le decían que tenían que salir de Clayton, y rápido.

"Estamos condenados," susurró Helga, mirando a Arnold mientras oían pesadas pisadas golpeando el suelo por encima de ellos.

"No digas eso," susurró. Pero él también lo sentía - algo malo iba a suceder, y no había nada que pudieran hacer para evitarlo.

Los otros corrieron hacia el vestíbulo, Teddy a la cabeza. Rhonda, quien había parecido querer matar a Lila hacía unos minutos, ahora se aferraba al brazo de la chica como si en ello se le fuera la vida. Curly cerraba la marcha, frunciendo el ceño con curiosidad hacia el techo y todavía no parecía asustado en lo más mínimo. Teddy no parecía asustado, tampoco – cuando Arnold se dio cuenta, con una sensación de pesadez en el estómago, que el chico corría hacia las escaleras rumbo al tercer piso.

"¿Estás loco?" le gritó.

"¡Teddy, detente!" Rhonda gritó, mientras el resto del grupo llegaba a los pies de la enorme escalera y lo observaba subir.

"¡Vamos!" Teddy los llamó. "A esto es a lo que hemos venido, ¿no es cierto?"

"Tiene razón, aunque odio admitirlo," dijo Curly, siguiéndolo arriba. "Es la presencia que venimos a buscar."

"¡Curly, no lo hagas!" Helga gritó, soltándose de Arnold. Él corrió tras ella, sabiendo que no tenía otra opción. Oyó a Lila arrastrar a Rhonda detrás de él.

Cuando llegó al tercer piso, vio que el techo estaba roto en varios lugares - a través de uno de los agujeros se podía ver la luna, envuelta en nubes. Pensó en su tragaluz en casa y rogó por volver a verlo otra vez. Delante de él, Helga perseguía a Curly por un largo pasillo que se bifurcaba hacia la izquierda. Mientras Arnold esperaba por Lila y Rhonda para que lo alcanzaran, ella desapareció en la oscuridad. Pero se podía ver a Teddy más allá, en el otro extremo de la sala - o al menos- lo que suponía era Teddy. Alguien estaba de pie contra una pared que estaba bañada en una extraña luz verdosa.

"Tengan cuidado", le advirtió a Rhonda y Lila. "El techo se está cayendo a pedazos."

"¿Por qué estamos haciendo esto?" Preguntó Rhonda, a punto de las lágrimas.

"Creo que deberíamos irnos, Arnold," dijo Lila, poniendo un brazo tranquilizador alrededor de Rhonda. "Siento que algo no está bien."

¿Dónde estaba ese presentimiento hacía una hora? Arnold quiso gritarle.

"Voy a traer a los demás", dijo en su lugar. "Ustedes esperen aquí."

"¡Por supuesto que no!" Rhonda gritó. "Vamos contigo. ¿No has visto esas películas de terror? ¡Lo peor que podemos hacer es separarnos!"

Arnold quería decirle que no estaban exactamente en una película de descuartizados – pero todo esto se sentía como irreal, y él no podía garantizar que no estuvieran en peligro. Así que sólo les indicó que lo siguieran mientras avanzaba por el oscuro pasillo.

"¿Helga?" la llamó mientras se abrían paso a través de la oscuridad, hacia el resplandor misterioso que ahora se daba cuenta venía de una de las habitaciones del lado izquierdo del pasillo. Antes de que pudiera contestar se topó con la espalda de Helga, lo que lo hizo saltar, y Rhonda y Lila, -que estaban justo detrás de él- soltaron un pequeño grito también en respuesta.

"Helga", dijo, poniendole las manos sobre sus hombros. Ella miraba hacia el frente. Curly que no estaba muy adelante de ella, miraba también - ambos veían a Teddy, que todavía estaba inmóvil contra la pared.

La expresión en la cara de Teddy hizo a Arnold experimentar náuseas. Sus ojos estaban desorbitados, casi saliéndose de su cráneo, y su boca torcida en un estado de shock y horror. Estaba pálido y lucía hueco, como zombi, en el resplandor verdoso que venía de la habitación a la que estaba mirando.

"¿Teddy?" Curly dijo con cautela. Arnold oyó que alguien detrás de él dejó escapar un sollozo, y supuso que se trataba de Rhonda. Helga se apretó contra él y Arnold envolvió sus brazos a su alrededor, pero la verdad, temblaba tanto como ella.

Curly comenzó a caminar lentamente hacia adelante. Arnold pudo ver que ahora sí tenía miedo. Lo que fuera que había paralizado a Teddy no parecía ser uno de los espíritus amigables que había venido a buscar. Dio pasos lentos hacia la sala a la que Teddy estaba mirando.

"Curly, no", dijo Helga, su voz apenas audible. Cuando Curly llegó a la puerta, ella se volvió y apretó la cara contra el cuello de Arnold, incapaz de mirar. Arnold la acunó lo mejor que pudo, pero la verdad él tampoco quería mirar.

Cuando Curly se asomó a la puerta, su boca se abrió hasta el suelo y dio un salto hacia atrás, cayendo contra la pared como Teddy había hecho. Luego resbaló hasta el suelo, sus ojos grises enormes y llorosos, aterrorizados.

"¿Qué es?" Preguntó Arnold, mientras las otras dos chicas agarraron sus brazos y se aferraron, temblando, contra él. Helga se levantó un poco y volvió la cabeza.

Curly no respondió, pero no tuvieron que esperar mucho tiempo para averiguarlo. De la sala brillantemente iluminada salió caminando una figura indistinta que vestía una bata blanca de laboratorio, y luego otra la siguió. Las dos apariciones tenían gafas pasadas de moda y máscaras de cirujano donde sus rostros debían haber estado, y caminaban con sus brazos extendidos. Mientras el grito de Rhonda le perforaba los tímpanos y Teddy se desmayaba en el suelo, Arnold se dio cuenta de lo que las terribles criaturas trataban de alcanzar: a Curly.

"N-no," Curly murmuró débilmente al tiempo que una de las cosas lo agarraba. "¡Noooo!" gritó más fuerte cuando el otro lo tomó del otro brazo y comenzaron a arrastrarlo hacia la sala.

"¡No!" gritó, tratando de luchar contra ellos. "¡Ayúdenme!"

"¡Arnold, haz algo!" Rhonda rogó entre lágrimas mientras las dos figuras arrastraban a un Curly que gritaba y pataleaba hacia la sala que resplandecía. Arnold no podía moverse, estaba demasiado pasmado, horrorizado. Pero sabía que tenía que hacer algo para ayudarlo, aunque no tenía ni idea de qué podía hacer ni como lo iba a hacer. Soltó a Helga, y sintió que los brazos de las otras chicas lo dejaban ir. Pasó por encima de Teddy y se dirigió a la habitación. El resplandor de la extraña luz en el interior lo cegó por un momento, y luego, cuando pudo comprender lo que estaba pasando dentro, casi cayó al suelo con horror como Teddy había hecho.

Era una habitación que había sido utilizada alguna vez para terapia de electrochoques, y había sido devuelta a la vida por esas cosas monstruosas en batas de laboratorio que estaban tratando de subir a Curly a la mesa donde electro-choqueaban a los pacientes. Luces de examinación verdosas brillaban desde las esquinas, y una bandeja cargada con correas de cuero para sujetar personas estaba colocada junto a la mesa.

"¡ALTO! ¡AYÚDENME!" Curly estaba gritando, tratando de luchar contra las figuras, pero éstas eran fuertes, y lo sostenían firmemente contra la mesa.

"Hey!" Arnold gritó, su voz salió como un graznido aterrorizado. Los espectros ni siquiera lo voltearon a ver. "¡Suéltenlo!" gritó, corriendo hacia Curly, pero una de las criaturas se acercó y lo empujó lejos con facilidad. Arnold se deslizó por el suelo, y cuando levantó la vista vio a la otra figura que se movía hacia un interruptor en la pared cubierto de telarañas.

'No puede ser que funcione todavía', se dijo a sí mismo, desesperadamente, luchando por sostenerse sobre sus piernas temblorosas. Pero si el agua de los lavabos seguía funcionando. . . la electricidad tal vez. . .

Justo cuando se disponía a correr hacia la figura que ya estaba agarrando el interruptor, otra persona pasó frente a él. Arnold dio un salto atrás de terror, y luego se dio cuenta de quién era: Lila. Lila estaba corriendo hacia uno de los fantasmas.

"¡Lila, no!" gritó mientras ella llegaba hasta donde estaba la cosa. Pero no se detuvo ahí- levantó la mano para agarrar las gafas, agarró la máscara de cirujano, y dejó ver - un pasamontañas.

Arnold se quedó inmóvil, de pie, confuso. Helga y Rhonda estaban de pie en la puerta ya, y Curly había conseguido rodar de la camilla y estaba tirado ahora, acurrucado en el suelo y respirando con ahogados jadeos.

Y el "fantasma" que había estado a punto de tirar del interruptor estaba ahora mirando alrededor de la habitación con un sonriente rostro humano - una cara que reconocieron. Era James, el novio de Lila.

"¡James!" Lila gritó, arrojando el pasamontañas con furia. "Sabía que esto no podía ser real, pero - ¿tú?" se alejó de él, mirándolo horrorizada.

"Oh, vamos," dijo la otra figura, quitándose la máscara y las gafas. Arnold lo reconoció como uno de los amigos de James de la escuela, Carter Bishop. Estaba sonriendo también, como si todo mundo la estuviera pasando de maravilla. "Era sólo una broma", dijo, mirando a James y compartiendo una risotada.

"¡Ustedes pendejos!" dijo Helga desde la puerta. Ella y Rhonda, quien seguía mirando, estupefacta hacia el cuarto, tenían lágrimas en sus mejillas.

"Avívate, Pataki," dijo Teddy, que venía de detrás de ella y Rhonda con una sonrisa enorme en su rostro. "Esta fue la mayor broma de todos los tiempos", dijo, yendo alrededor de la habitación para dar palmadas a Carter y James.

"¿Tú estás en esto?!" Rhonda preguntó en voz baja.

"Claro que sí," dijo Teddy, sonriéndole. "Todo fue idea mía. Bastante brillante, ¿eh? Supuse que Gammelthorpe podía aguantar una bromita," dijo, mirando a Curly, que seguía sentado en el suelo, con los ojos muy abiertos y desenfocados. "¡Supongo que me equivoqué!" dijo con una risa. James y Carter se carcajearon también.

"¡Eres terrible!" Lila dijo, empujando a James cuando trató de poner un brazo alrededor de ella. "¡Eso no fue divertido en lo absoluto!"

"Hey," dijo Rhonda, arrodillándose en el suelo delante de Curly y mirando su rostro afligido. "Hey, todo está bien."

"Oh, vamos, Rhonda", dijo Teddy, mirándola con burla mientras ponía un brazo reconfortante alrededor de un aún aturdido Curly. "Dame un respiro - el anormal va a superarlo."

"¡Deja de llamarlo anormal!" Rhonda le gritó. "Tú eres el anormal - ¡nadie normal le haría esto a alguien!"

"¿Cuál es el problema?" Preguntó Teddy. "Ese idiota se merecía un buen susto. Estoy harto de que te esté mirando todo el tiempo, es repugnante. Y mira nada más como alimentas sus patéticas fantasías," añadió con una sonrisa burlona, haciendo un gesto desdeñoso a Rhonda mientras ella arrullaba a Curly protectoramente.

"No es asunto tuyo qué fantasías alimento de ahora en adelante," Rhonda le gruñó. "No quiero volver a verte nunca más."

"¡Oooh, Teddy, te están dejando por el loco!" dijo Carter con burla.

"Sí, claro", dijo Teddy, frunciendo el ceño con desprecio a Rhonda. Pero Rhonda no levantó la vista para verlo, sólo le susurró algo a Curly, quien asintió con tristeza.

"Dame un respiro, Rhon," dijo Teddy, caminando hacia donde ella y Curly estaban acurrucados el suelo. "Vamos, salgamos de aquí."

"Déjala en paz", dijo Arnold, agarrando el brazo de Teddy antes de que pudiera alcanzarla. Teddy se encabritó y miró a Arnold. Arnold tragó en seco. Teddy era un par de cabezas más alto que él.

"¿Y qué vas a hacer al respecto, enano?" preguntó con burla.

Arnold sabía que sólo debía darse la vuelta y salir de ahí con Helga y las chicas. Pero entonces pensó en lo asustado que Curly había estado cuando los chicos lo subían a la mesa; en lo mucho que ya había tolerado en la escuela de matones como Teddy.

Y así, en respuesta a la pregunta de Teddy, agarró vuelo desde atrás y le dio un puñetazo en la cara. Oyó a Helga y Lila contener el aire en sorpresa por su acción, y Teddy se tambaleó hacia atrás, tan sorprendido de que el pequeño Arnold hiciera una cosa como esa, que, por un momento, pareció no saber cómo reaccionar.

"Estás muerto," dijo Teddy, con una risita enferma, cuando hubo recuperado la compostura. Empujó a Arnold duro, y cuando caía aterrizó en los brazos de Carter, quien lo atrapó desde atrás. Carter lo sostuvo mientras Teddy llegaba de nuevo para volver a darle un puñetazo en la cara.

"¡Espera!" Helga dijo, corriendo para ponerse entre Arnold y Teddy.

"¡Quítate de en medio, Pataki," dijo Teddy, empujándola a un lado. "No vas a salvar a tu noviecito."

Arnold observó a Helga tropezar al ser empujada, y se puso tan furioso que, sin pensarlo, le dio una patada a Teddy, que estaba de pie frente a él, de lleno en el estómago. Teddy se dobló, y Arnold escuchó a Rhonda soltar risita desde el suelo. Arnold se zafó los brazos del amarre de Carter, y se puso de pie sobre el encorvado Teddy.

"¡Deja mis amigos en paz!" le advirtió, y mientras hablaba Carter lo agarró de nuevo, le torció el brazo y lo jaló con fuerza. Arnold gritó cuando un dolor lo recorrió desde el hombro hasta su cuello.

"¡Basta!" Helga gritó. "¡Huelo humo!"

Todo el mundo se quedó inmóvil por un momento, incluso Carter, quien soltó Arnold.

"Oh, Dios", dijo Lila, moviéndose hacia la puerta. "Yo también lo huelo."

"No se van a escapar así de fácil," dijo Teddy poniéndose de pie con un gemido.

"No," dijo Arnold, levantando las manos. "Creo que el edificio se está quemando."

"Mi linterna", dijo Curly débilmente.

"¡Es cierto!" Dijo Lila. "Se rompió cuando Teddy te empujó."

"Sí, claro," Teddy gruñó. "Sólo están tratando de escapar", dijo, buscando con la mirada a Arnold.

"Mierda, Teddy, yo también huelo algo," dijo James, moviéndose hacia la puerta.

"Yo también", dijo Carter con cautela.

Arnold miró a Helga. Se acercó a ella, la agarró de la mano y la sacó al pasillo. Los demás los siguieron, con Teddy y sus dos amigos a la zaga.

"Sólo salgamos de aquí ya," dijo Rhonda, caminando con su brazo alrededor de Curly, cuyo rostro aún estaba blanco. A medida que bajaban los escalones hacia el segundo piso, Arnold se dio cuenta de que Teddy, James y Carter ya no estaban siguiéndolos. No le importó, pero cuando llegaron a la segunda planta y se dio cuenta de la gravedad de la situación, deseó que incluso esos tres idiotas fueran capaces de salir del edificio.

Porque, a como se podía ver desde la parte superior de las escaleras, todo el primer piso del edificio estaba en llamas.

"¡Oh, Dios!" Rhonda gritó. Humo negro flotaba por las escaleras, y todos ellos comenzaron a toser cuando los alcanzó.

"¿Cómo vamos a salir?" Preguntó Helga, su voz llena de pánico.

"Vamos a tener que encontrar una ventana y saltar", dijo Curly.

"¡Pero las ventanas de la planta baja tienen barras protectoras!" Lila les recordó.

"Encontraremos algo", Arnold les aseguró, sintiendo que estaban condenados. Se dirigieron de nuevo hacia los pasillos oscuros que se alejaban de las escaleras, y luego empezaron a ir hacia la izquierda, a buscar en las habitaciones una vía de escape, cuando una voz desde el otro lado del piso los detuvo.

"¡Esperen!" alguien gritó, y un adolescente llegó corriendo hacia ellos. Tenía el pelo castaño y llevaba un overol gris. "Hay una manera de salir de aquí", dijo, señalando con la cabeza hacia el ala derecha del largo pasillo.

"¿Quién eres?" Preguntó Rhonda.

"Solía trabajar aquí", dijo el muchacho. "Conozco el lugar. ¡Apúrense!"

Con las llamas del primer piso ya a la vista, ninguno de ellos puso siquiera atención a sus palabras. Siguieron al desconocido muchacho a través de la sala, tosiendo un poco a su paso, ya que el segundo piso también estaba empezando a llenarse de humo espeso.

"Por aquí," dijo el chico, doblando a la derecha al final del pasillo. Los condujo a una vieja salida de incendios, abriéndola y manteniéndola abierta para ellos. Arnold salió y vio una escalera de cemento en el exterior del edificio, que por suerte llegaba hasta el suelo. Ayudó al chico a sostener la pesada puerta mientras Lila, Rhonda, Curly y Helga los alcanzaban y empezaban a bajar las escaleras.

"Vamos", dijo Arnold al chico, comenzando a seguir a sus amigos escaleras abajo.

"No," dijo el muchacho. "Tengo que ir a ver a mi chica. Me está esperando en la cafetería." Arnold frunció el ceño, confundido, mientras el chico empezó a deslizarse nuevamente dentro de la puerta.

"¡Espera!" Curly gritó de pronto, dándose la vuelta en medio de la escalera. El chico se detuvo y lo miró.

"Ella no está en la cafetería," Curly exclamó. "¡Está en su habitación!"

"Oh," dijo el chico con calma. "Gracias." Y con eso, dejó que la puerta se cerrara y desapareció de nuevo en el edificio.

"Curly, ¿qué le acabas de decir?" Arnold gritó, deteniéndose en el rellano. "No puede volver allí - ¡el edificio a punto de derrumbarse!"

"No importa, Arnold," dijo Curly con simpleza "Él ya está muerto."

"¡Vámonos ya, por favor!" Lila gritó desde el fondo de las escaleras antes de que Arnold tuviera la oportunidad de reaccionar a esa declaración. Él y Curly corrieron por las escaleras y se encontraron con el resto del grupo en la parte inferior, y los cinco salieron corriendo del edificio. Justo cuando llegaron al camino de tierra que conducía a la carretera principal, Arnold escuchó un estruendo horrible detrás de él, y se volvió, junto con todos los demás, para ver el antiguo hospital derrumbarse sobre sí mismo, al tiempo que era devorado por las llamas. Los sonidos de cristales rotos y madera rompiéndose llenaron el quieto aire nocturno.

"Tengo que salir de aquí", dijo Curly de repente. "Si la policía aparece...," Se interrumpió. Todos en el grupo sabían lo que le pasaría a si se metía en problemas y la policía se enteraba.

"¿Qué pasa con James y los otros?" Preguntó Lila, mirando de nuevo al edificio en llamas con una expresión preocupada.

"Mira", dijo Rhonda, señalando con la cabeza hacia el campo. James, Teddy y Carter estaban de pie en el lado izquierdo del edificio, gritando y aullando mientras el antiguo hospital ardía en llamas, casi como si tuvieran una fiesta con una hoguera.

"¡Vaya bola de idiotas!" Helga comentó.

"Vamos," dijo Arnold, comenzando a correr hacia las puertas principales al oír las sirenas a la distancia. Los otros le siguieron, y llegaron a la rotura en la cerca de alambre antes de que llegaran los camiones de bomberos y la policía. Ya sin aliento, corrieron hasta el final, a la estación de tren, a donde entraron por una ventana rota y se escondieron en la antigua boletería.

Los cinco se agacharon en la oscuridad en cuanto oyeron que llegaba la policía. Rhonda tenía sus brazos alrededor de Curly, protegiéndolo como si no fuera nunca a permitir que alguien volviera a poner un dedo sobre él, ni siquiera un policía. Arnold sintió que alguien se acercaba a él en la oscuridad, y suponiendo que era Helga, se apoyó contra ella. Pero luego se dio cuenta que era Lila la que se aferraba a él. Sintió una extraña punzada de desasosiego cuando se dio cuenta de esto, en vez de la felicidad que supondría que sentiría en tal situación. Tenía miedo de que Helga los viera.

Pero ya era demasiado tarde: ella estaba sentada aparte del grupo, mirando a Arnold y Lila. Cuando Arnold la miró a los ojos, deseando en silencio poder explicarle que no había sido su intención acurrucarse contra Lila, ella miró a otro lado rápidamente.

Fuera de la taquilla, escucharon a los policías gritándose unos a otros, y escucharon sus pisadas al caminar pesadamente sobre el suelo de madera de la estación.

"Anota las placas de ese coche en el estacionamiento," uno de ellos ladró.

"Señor, hay algunos chicos más allá de las puertas de entrada," gritó otro de vuelta.

"¡Arréstenlos!" un oficial respondió. Muy pronto oyeron las protestas de Teddy y los otros dos chicos cuando eran arrastrados a los coches patrulla acusados de cometer incendio premeditado.

"¿Sabes quién es mi padre?" Teddy iba gritando.

"Sea quien sea, espero que pueda permitirse pagar un par de millones de dólares en daños a estos bosques," un oficial respondió. Arnold escuchó Rhonda reírse quietamente en el hombro de Curly. Curly todavía parecía bastante fuera de sí, sin embargo. Arnold se preguntó si no se había dado cuenta aún que la chica de sus sueños lo sostenía; que su mejilla se presionaba contra la suya.

Arnold miró a Helga, que estaba sentada frente a él en el oscuro y polvoriento stand. Tenía las rodillas encogidas hacia su pecho, y la barbilla apoyada en ellas. Se encontró deseando poder ir hasta ella y envolverla en la seguridad de sus brazos, como Rhonda hacía con Curly. No podía entender por qué de repente deseaba que Lila se moviera lejos de él para poder tener la libertad de ir hasta Helga. No podía decir con certitud en que momento sus sentimientos por las dos chicas habían cambiado, pero ahora estaba seguro de que era un hecho. Quería estar con Helga Pataki. Después de todos los increíbles acontecimientos de esta noche, de repente no parecía tan extraño ya.

"Es casi medianoche," dijo Rhonda después de un rato, mirando su reloj. "Será mejor que salgamos de aquí si queremos coger el último tren de regreso a la ciudad."

"Está bien", dijo Arnold, irguiéndose un poco y mirando a través de la ventana rota. Vio que las puertas de hierro que llevaban a Clayton habían sido derribadas para que los camiones de bomberos pudieran pasar. Aún podía ver el resplandor rojo y blanco de sus luces, a lo lejos en el bosque, y también pudo ver una enorme columna de humo que se elevaba hacia el cielo nocturno. Pero no veía a ningún policía merodeando por la estación. Sin embargo, sabía que no estarían muy lejos, y que tendrían que ser cautos cuando salieran de la cabina.

"Pero vamos a esperar hasta que escuchemos que el tren viene," dijo, agachándose de nuevo. Rhonda asintió.

"Curly, ¿estás bien?" preguntó, y Curly levantó un poco la cabeza para mirarlo.

"Creo que no," dijo, su voz extrañamente tímida. "Creo que voy a vomitar."

"Vamos," dijo Rhonda, poniéndose de pie y ayudándolo a levantarse. Lo llevó a la parte trasera de la cabina, y Arnold lo escuchó vomitando entonces. Miró a Helga, quien estaba apoyando la cabeza sobre sus rodillas ahora, su pelo rubio cayendo sobre sus manos cruzadas. Abrió la boca para preguntarle si se encontraba bien, pero antes de que pudiera hablar, Lila le apretó el hombro y habló.

"¡Esa fue una broma terrible", susurró. "No puedo creer que James estuviera en esto. ¡Siento como si no lo conociera en lo absoluto!"

"Sí," dijo Arnold distraídamente, suspirando. Él no tenía problemas para creer que James pudiera hacer algo como esto - no pudo evitar pensar que Lila no era la mejor persona para juzgar caracteres.

"Arnold, fuiste tan valiente," susurró ella, cada vez más cerca de él en la oscuridad. "Normalmente no apoyo la violencia, pero Teddy se lo merecía. Tú… tú… me has impresionado tan - pero- tan gratamente," admitió.

Arnold se volvió para mirarla. En la luz de la luna que entraba a través de la ventana rota Lila lucía tan hermosa como siempre. Y por primera vez lo miraba como si fuera alguien especial para ella; no sólo el buenazo de Arnold, el chico que estaba enamorado de ella.

Apartó la mirada de Lila cuando oyó el sonido de un tren que se acercaba hacia ellos por las vías. Se puso de pie, ayudando a Lila a levantarse, y luego fue hacia Helga, pero ella ya estaba poniéndose de pie por su cuenta, y se negaba a mirarlo. Pasó junto a Lila y él y se subió a la plataforma. Rhonda apareció de la parte trasera de la cabina, todavía caminando con su brazo alrededor de Curly.

"Salgamos de una vez de aquí," dijo ella, soltando un suspiro de alivio al oír el sonido del tren que se aproximaba.


.

Pagaron por el viaje de regreso a la ciudad con dinero que Rhonda tenía en su bolso y encontraron asientos en el cuarto coche del tren casi vacío.

"¿Hey, chicos, consiguieron un poco de diversión por Halloween?" el conductor les preguntó con una sonrisa cuando vino a checar sus boletos. Le dirigieron una mirada que decía claramente: No Preguntes.

Rhonda se sentó con Curly todavía bajo el brazo - parecía que él por fin se había dado cuenta quien estaba tratando de consolarlo, y viajó sentado con su rostro acunado entre el cuello y la clavícula de Rhonda, sus cansados ojos estaban cerrados, un brazo posado sobre el regazo de la chica. Arnold los observaba, sentado al otro lado del pasillo con Lila y Helga, en un asiento que estaba frente a los suyos. Estaba feliz por ellos - sabía Curly seguía conmocionado por lo ocurrido, pero sospechaba que iba a estar bien, con la ayuda de un poco de ternura de la chica de la que había estado enamorado desde que eran niños.

Mientras tanto, sin embargo, estaba sintiendo bastante lástima por sí mismo. Había echado a perder las cosas con Helga sin siquiera intentarlo - cuando habían estado dentro de Clayton la había sentido que se abría hacia él un poco; por la forma en que se había apoyado en sus brazos; por la forma en que se había aferrado a él cuando se asustó. Pero ahora estaba sentada tan lejos de él como le era posible, mirando a otro lado, hacia el pasillo. Arnold sabía por qué – porque Lila estaba sentada junto a él, con su hombro apretado contra el suyo, ofreciéndole sonrisitas tímidas y coquetas cada pocos minutos. Arnold no sabía qué hacer - no quería herir sus sentimientos, pero sabía que estaba haciéndole daño a Helga en el ínterin. No podía creer que estaba deseando encontrar la manera de dejar ir a Lila sin aspavientos- apenas hace unos días habría sido una explosión de felicidad el sólo sentarse a su lado como ahora.

¿O no lo habría sido? Quizás Lila era más divertida como fantasía que como realidad.

Cuando el tren llegó a la estación de Hillwood, los cinco bajaron. Caminaron en silencio por el vecindario, hasta que llegaron a la lavandería sobre la que Curly vivía.

"¿Todavía no vuelven tus padres?" Helga le preguntó.

"No," Curly murmuró sombríamente. "No van a regresar de Vermont hasta mañana."

"No creo que debas estar solo esta noche", dijo Arnold. "¿Por qué no vienes a dormir en mi casa?"

"Gracias, Arnold," dijo Curly, ofreciéndole una pequeña sonrisa.

"Yo también voy", dijo Rhonda.

"Pero -" Arnold comenzó, sin saber cómo se sentirían sus abuelos acerca de que una chica pasara la noche en la casa de huéspedes.

"No lo voy a dejar", dijo Rhonda bruscamente, interrumpiéndolo. "Mis padres nunca se darán cuenta – van a estar totalmente borrachos después de la fiesta." Arnold no tenía ganas de discutir con ella, por lo que sólo se encogió de hombros y siguió caminando rumbo a la casa de Lila, que también estaba en el lado más pobre de la ciudad, a sólo tres cuadras de la casa de huéspedes.

"Buenas noches a todos", dijo Lila dulcemente, cuando llegaron a la escalinata. Le sonrió a Arnold. "Nos vemos en la escuela", le dijo.

"Sí", dijo Arnold, ávido de que se fuera para poder hablar con Helga. Lila se volvió y entró en su casa, cerrando la puerta detrás de ella.

Caminaron hacia la casa de huéspedes, Arnold caminando junto a Helga, que todavía no lo miraba.

"¿Quieres venir también?" le preguntó.

"¿Para qué?" Helga le preguntó con un bufido, dejando que su pelo le cayera sobre la cara.

"Sólo para pasar el rato, tal vez comer unos cuantos caramelos, y platicar," dijo Arnold, sintiendo calor en sus mejillas.

"Suena patético," Helga gruñó.

"Bien", dijo Arnold, su corazón hundiéndose. 'Sabías que esto te iba a doler', se dijo. Pero fue incapaz de detenerlo – se había enamorado de Helga de todos modos.

Llegaron a la casa de huéspedes, y Curly y Rhonda entraron, mientras Helga se alejó pisando fuerte por la acera.

"Entro en un segundo," Arnold avisó, antes de trotar detrás de Helga. La alcanzó y la agarró del brazo, pero ella se lo quitó de encima con violencia.

"¿Puedes dejarme en paz?!" ella pidió, mirándolo.

"¡No voy a dejar que camines hasta tu casa sola después de medianoche!" dijo, herido por su grosera actitud.

"¿Por qué no?" Preguntó Helga.

"¡Porque me importas!" Arnold gritó, harto. Helga pareció un poco aturdida por su arrebato, y se quedó con los brazos cruzados sobre su pecho, mirándolo fijamente. No podía creerlo, pero de hecho parecía haber perdido el habla.

Uno de sus vecinos abrió la ventana de su dormitorio y les gritó, diciéndoles que se callaran.

"¡Ya se acabó Halloween!" clamó, antes de cerrar su ventana de golpe.

"¿Ves, Arnold? dijo ella en voz baja. "Se acabó Halloween."

"Eso no quiere decir...," Comenzó Arnold, pero se calló cuando se dio cuenta de que no sabía cómo decir lo que estaba pensando. Halloween pudo haberse acabado, pero eso no significaba que los sentimientos que había desarrollado por esta difícil chica se olvidarían.

"Por favor, sólo regresa y platica conmigo por un rato," le suplicó.

"¿No se pondrá celosa tu nueva novia?" Preguntó Helga, todavía a la defensiva.

"Lila no es mi nueva novia" contestó.

"¡Pero es tu gran oportunidad!" dijo ella, lanzando sus manos al aire. "¡Todo mundo sabe que has estado enamorado de ella desde hace años! Esta noche realmente parecía interesada en ti."

"¡Sólo porque no estaba actuando como mí mismo!" Arnold dijo, dándose cuenta de eso a medida que hablaba. "Estaba impresionada por el hecho de que golpeé a Teddy, lo que no es para nada quien soy yo en realidad. Si ella quiere estar conmigo porque piensa que soy alguien que no soy, entonces, bueno, yo no quiero estar con ella".

"¿Estás decepcionado?" Preguntó Helga, después de una pausa.

"No," dijo Arnold. "Lo de Lila ya se me pasó. Nunca estuve enamorado de ella. Sólo fue un encaprichamiento."

"Sí, claro", dijo Helga con una risita, mirando a sus pies.

"Helga, por favor", dijo Arnold. "Regresemos a la casa de huéspedes."

"¿Para qué?" Helga volvió a preguntar, más dócil ahora.

"Porque," Arnold dijo tímidamente, incapaz de mirarla. "Porque - realmente no puedo explicar por qué - pero - no quiero que te vayas."

Ambos guardaron silencio por un momento después de eso. Arnold se quedó mirando sus zapatos.

"Está bien," dijo Helga en voz baja, dando un paso hacia él. "Mis padres nunca se darán cuenta que no llegué, de todos modos."

Regresaron al Sunset Arms, y Arnold cerró la puerta con llave una vez que estuvieron en el interior. Encontraron a Curly y Rhonda en el sofá de la sala, apoyándose el uno contra el otro y comiendo de un plato las sobras de dulces de Halloween.

"¿Quieren un refresco?" Preguntó Arnold, mientras Helga se sentaba en frente del sofá, recostándose contra éste. Curly y Helga asintieron.

"¿Tienes de dieta?" Preguntó Rhonda.

"Uh, no lo creo", dijo Arnold.

"Oh, qué demonios," dijo Rhonda, lanzándose otra barra de Snickers en miniatura a la boca. "Ha sido una larga noche. Voy a permitírmelo por hoy."

Arnold sonrió, se fue a la cocina y volvió con cuatro latas de Coca-Cola. También trajo unas papas fritas, salsa y las sobras de una pizza que tenía el nombre de Ernie en ella – ya se lo pagaría luego - estaba demasiado hambriento para preocuparse ahora.

"Gracias a Dios, ¡me muero de hambre!" Helga dijo mientras Arnold puso todo en la mesa de café. Los cuatro se reunieron alrededor y comenzaron a comer, y mientras lo hacían, una sensación acogedora, confortable, llenó a Arnold. Habían logrado salir de Clayton, y allí estaban ahora, sanos y salvos. Le sonrió a Helga mientras ella se metía una papa frita en la boca. Ella dio a su hombro un pequeño empujón y le devolvió la sonrisa.

"Una parte de mí está un poco disgustada conmigo mismo", dijo Rhonda, dejando el trozo de pizza que estaba comiendo para tomar un sorbo de su refresco.

"¿Por qué?" Preguntó Helga.

"Por la comida chatarra", dijo, haciendo un gesto hacia la pizza que estaba comiendo. "Soy anoréxica," aclaró llanamente, tomando otro bocado.

"¿Lo eres?" Curly preguntó con preocupación.

"Bueno, ya no me mato de hambre, obviamente," dijo "Tuve que ir a tratamiento. Ahí es donde estuve el verano pasado. Fue terrible, pero mis padres me amenazaron con enviarme a un manicomio si no buscaba ayuda. Soy una anoréxica en recuperación ahora, supongo que puedo llamarme así ".

"Whoa," Helga murmuró. Arnold se sorprendió, también, por la sinceridad de sus palabras. Rhonda siempre era tajante, pero que rara vez revelaba algo tan personal acerca de sí misma.

"¿Así es donde estuviste el verano pasado", preguntó Curly, pensativo. "Te extrañé."

"¿Me extrañaste?" Rhonda dijo con una risa. "Pero apenas nos hemos hablado desde la primaria."

"Lo sé," respondió Curly en voz baja, un poco avergonzado. "Aun así te extrañé."

"Eres tan tierno," dijo Rhonda, se inclinó para darle un beso en la mejilla. Curly sonrió. Helga y Arnold se miraron y levantaron sus cejas, intentando no reírse. Rhonda estaba siendo realmente amable con un chico - ¿quién habría pensado que Curly sería el que finalmente la conquistaría? Cuando eran niños Rhonda solía encontrar su obsesivo comportamiento desagradable, no tierno. Arnold desearía pensar que ella había visto más allá de su extraño y torpe exterior y había llegado a apreciarlo por lo que era; pero estaba seguro de que el hecho de que Curly había crecido para ser razonablemente guapo tenía por lo menos un poco de ver en el asunto.

"Así que de eso es de lo que Teddy estaba hablando en el coche," Arnold habló.

"Sí," dijo Rhonda. "Él me hacía bromas sobre eso. Creo que la razón por la que me he sentido tan miserable por tanto tiempo es porque me he rodeado de gente como él. Extraño a Nadine." dijo con nostalgia.

"Lo que echas de menos es a alguien a quien mandar," dijo Helga, sonriendo.

"Oh, igual que tu echas de menos a esa chica asiática que hacía todo por ti," Rhonda replicó. "¿Cuál era su nombre? ¿Penélope?"

"Phoebe," dijo Helga, rodando los ojos. "Y no sólo extraño mandarla -. Aunque, bueno, era divertido."

"¿Por qué tú y Phoebe se distanciaron de esa manera?" Preguntó Arnold. Recordó las palabras de Phoebe de más temprano en la noche, cómo había hablado amablemente de Helga.

"Una palabra," Helga murmuró, mirando hacia abajo a su pizza. "Y empieza con G'."

"Gerald," dijo Arnold. "¿Dejaste de juntarte con Phoebe porque comenzó a salir con Gerald?"

"Simplemente no podía soportarlo," dijo Helga, sacando un pepperoni de su pizza. "Todo ese besuqueo, y esos ojos de borrego a medio morir, y el estar tomados siempre de la mano. Y de repente ella ya no tenía tiempo para mí. Supongo que lo intentó, pero yo estaba tan sacada de onda por el hecho de que tenía novio, que la alejé de mí antes de que ella lo hiciera".

"Sí, estuviste medio mal al hacer eso", murmuró Arnold. Helga le dirigió una mirada molesta. "Pero sé a lo que te refieres," dijo. "Los dos son mis amigos y me alegro de que estén juntos, pero a veces es muy desagradable."

"Estás celoso," Rhonda prescribió dulcemente.

"¡No lo estoy!" Arnold respondió, aunque por supuesto sabía que ella tenía razón.

"Sí lo estás," Rhonda respondió con calma. "Necesitas una novia, Arnold. Y tú necesitas un novio", añadió, mirando a Helga. "Si ambos tuvieran sus propias relaciones, los asuntos de sus amigos no les molestarían tanto."

"¿Qué eres, psicóloga?" Helga respondió bruscamente.

"A eso quiero ir a la universidad," dijo Rhonda con una sonrisa. "Soy excelente para examinar a la gente. Es el secreto de mi éxito."

Arnold quería decirle que el secreto de su éxito era más probablemente el dinero de su familia y su buena apariencia, pero en lugar de eso simplemente tomó otro bocado de pizza y sonrió para sus adentros.

"Tú, por ejemplo", dijo Rhonda, mirando a Curly. "Eres buena persona. Inteligente. Caballeroso. Encantadoramente excéntrico. Y enamorado de mí," añadió, "lo que significa que tienes un excelente gusto."

"Buen diagnóstico", dijo Curly con una sonrisa abochornada. Rhonda se acercó y lo abrazó por la cintura y la besó en la nariz.

"Oh, Dios, he perdido a otro," Helga murmuró, observándolos.

"No te preocupes, Helga," dijo Curly, riendo mientras Rhonda besaba su cuello. "Seguiremos siendo mejores amigos." Helga le devolvió la sonrisa, pero Arnold pudo ver que no estaba muy convencida.

"Sigo diciendo que ustedes dos necesitan un poco de romance en sus vidas," dijo Rhonda, terminando su pizza y tirándose en el sofá, jalando a Curly con ella.

"Vamos a ver si hay alguna vieja películas de terror en la televisión", dijo Arnold, con ganas de cambiar de tema.

"Oh, justo lo que necesitamos esta noche", dijo Helga, sonriéndole. "Más terror."

"Hey, chicos," dijo Curly, mientras Arnold repasaba los canales. "¿Acaso – acaso alguien de ustedes vio a - a ese chico - que nos ayudó a salir del edificio"

"Sí," dijo Rhonda. "Eso fue raro."

"Yo lo vi", dijo Helga. "Espero que lograra salir a tiempo."

"Y su novia, también", dijo Rhonda.

Arnold y Curly se miraron el uno al otro. ¿Fueron los únicos que se dieron cuenta quien había sido ese chico? Cuando Arnold pensó en eso sintió un espasmo de escalofrío recorrer todo su cuerpo - todo encajaba: lo que había dicho acerca de que iba a encontrar a su chica en la cafetería, el hecho de que dijo que solía trabajar allí, y el uniforme gris que llevaba.

Pero él y Curly no dijeron nada más al respecto a las chicas; así que solo se acomodaron para ver una película de zombis que estaban pasando como parte del maratón de cine de monstruos. Arnold supuso que ya habían tenido suficiente de fantasmas por un año, sino es que por toda una vida.

Mientras Curly y Rhonda se acurrucaban juntos en el sofá, Arnold se deslizó hacia atrás y se recargó contra Helga, que estaba sentada en el suelo. Trató de prestar atención a la película, pero lo único en que podía pensar era en el olor de su pelo, y la proximidad de la mano, que estaba a sólo unos centímetros de la suya.

"Sólo para que conste," ella se inclinó para susurrarle al oído después de un rato, "Me impresionaste mucho, también."

"¿Con qué?" Preguntó Arnold, con el corazón desbocado por su cercanía.

"El puñetazo que le diste a Teddy," dijo con una sonrisa. "Fue impresionante. Y la patada fue aún mejor."

"Tengo que admitirlo," dijo Arnold. "No siento remordimiento alguno."

Helga comenzó a carcajearse suavemente.

"¿Qué?" Preguntó Arnold. "¿Qué es tan gracioso?"

"Tú", dijo Helga, empujándolo y riendo. "'No siento remordimiento alguno,'" pronunció, imitando su tono serio.

"Cállate," dijo Arnold, sonriendo.

"Eres tan malditamente considerado y ecuánime," dijo Helga, sacudiendo la cabeza. "¿Cómo puedes soportarlo?"

"A mí me gusta como soy," dijo Arnold, fingiendo estar ofendido. "Alguien tiene que ser el responsable."

"No me malinterpretes," Helga dijo, "creo que es -... es decir, me gusta"

Arnold se dio cuenta de que sus hombros estaban presionándose entre sí, ahora. Se apoyó en ella, y cuando lo miró a los ojos, su nariz casi tocaba la de ella.

"Alguien tiene que cuidarte", dijo, levantando una ceja. Ella rodó los ojos, pero sonrió un poco, y no se alejó.

"En serio," dijo ella, en voz baja. "Gracias. Si no hubieras estado allí esta noche... no quiero ni pensar en lo que hubiera sucedido," dijo, sacudiendo la cabeza.

"Creo que hubieras estado bien", dijo Arnold, pensando en el muchacho que los había ayudado a escapar del fuego.

"Tal vez", dijo Helga. "Pero no estaría aquí ahora", añadió tímidamente, poniendo su cabeza en los cojines del sofá. Arnold se echó hacia atrás, y, sintiéndose audaz, enganchó su brazo al de ella. Esperó por un aterrador momento a que ella objetara groseramente, pero en lugar de eso sólo puso la mano en su rodilla y mantuvo sus ojos en la pantalla del televisor. Se sentaron así, un poco tensos al principio, pero eventualmente sus músculos se relajaron, sus cuerpos se amoldaron el uno al otro; la cabeza de Helga se recargó en el hombro de Arnold mientras poco a poco comenzaba a dormitar. Vaya noche larga que habían tenido, y Arnold estaba agotado, - demasiado - tanto física como emocionalmente. Se sentía tan bien el quedarse dormido con Helga sana y salva a su lado; y con Curly y Rhonda ya durmiendo plácidamente en el sofá. Todo parecía estar bien en el mundo.


.

Arnold se despertó en medio de la noche cuando sintió a Helga empujarse un poco contra él. Abrió los ojos y se encontró tirado en el suelo cerca del sofá, Helga sentándose a su lado y mirando alrededor de la sala de estar. Parecía un poco asustada.

"¿Escuchaste algo?" le preguntó, cuando Arnold se sentó y se frotó los ojos.

"No," dijo, bostezando. "Estaba dormido. ¿Qué escuchaste?"

"No lo sé", dijo Helga. "Algo me despertó."

"Bueno, seis personas viven arriba", dijo Arnold, estirándose. "Tal vez alguien no puede dormir."

"Supongo," dijo Helga, poniéndose de pie. Arnold se levantó también, bostezando de nuevo. No podía recordar la última vez que se había sentido tan cansado y tan saciado. Quería acurrucarse de nuevo en el suelo con Helga y volver a dormir.

"Míralos," susurró Helga, mirando hacia Curly y Rhonda. Estaban profundamente dormidos en el sofá, con los brazos alrededor del otro. La cabeza de Curly escondida bajo la barbilla de Rhonda. "¿Qué va a ser de ellos?" preguntó con un suspiro.

"¿Qué quieres decir?" Arnold preguntó, frunciendo el ceño. "Lucen muy felices según yo."

"Sí, por ahora," Helga murmuró sombríamente. "Pero, ¿qué va a pasar cuando Rhonda tenga que enfrentarse a sus amigos ricos con Curly del brazo?"

"Creo que sus verdaderos amigos lo aceptarán," Arnold susurró.

"¿Verdaderos amigos?" Preguntó Helga. "Rhonda sale con perdedores insulsos que se preocupan más por las ventas nocturnas que por los sentimientos del otro."

"Somos sus amigos," dijo Arnold con un encogimiento de hombros. "Nos preocupamos por ella más que por zapatos."

"¿Crees que Rhonda va a estar ahora de amiguita tuya en la escuela?" Helga le preguntó con burla. Arnold frunció el ceño.

"Bueno - sí," dijo. "Creo que hay más en ella de lo que pensábamos. Es una buena persona, Helga. Sólo es que fue criada de una manera extraña."

"¡Hombre!" dijo Helga con una risa. "Le das a la gente mucho crédito."

"Deberías intentarlo alguna vez," Arnold murmuró, deseando que se aligerara un poco. "Lo que me preocupa son Teddy y sus amigos. Van a darme una paliza cuando vuelva a la escuela el lunes," dijo, sacudiendo la cabeza.

"Um, lo dudo, Arnold", dijo Helga con una sonrisa. "Van a estar en el centro de detención juvenil el lunes, si no es que en la cárcel."

"Oh, sí", dijo Arnold, sintiéndose un poco culpable por sentirse aliviado.

"No te pongas tan triste", dijo Helga, rodando los ojos. "Fue culpa de Teddy que el edificio se incendiara, después de todo. Si no hubiera empujado a Curly la linterna no se habría roto."

"Todavía no puedo creer que le hicieran eso," susurró Arnold, sacudiendo la cabeza. "Tal vez se merecen estar tras las rejas."

"Sólo espero que Rhonda no rompa su corazón, ahora", dijo Helga, su mirada fija en ellos mientras dormían. "Si lo hiciera, voy a tener que matarla personalmente," agregó.

"No creo que lo haga", dijo Arnold.

"Me gustaría tener tu fe en la gente," Helga murmuró.

"A mí también me gustaría", dijo Arnold, mirándola. Ella le devolvió la mirada, sus ojos tristes y como buscando algo. Pensó en su sueño, en cómo se había sentido cuando la besó, su mano le picaba por tocarla. Y - tal vez porque estaba medio dormido, tal vez porque sentía como si estuviera soñando - lo hizo.

Puso su mano suavemente en la mejilla, y se sorprendió al ver sus ojos un poco húmedos cuando lo miró.

"Nunca voy a romper tu corazón," le susurró, acariciando su mejilla.

De repente hubo un ruido chirriante que venía de la cocina, y los dos jadearon, y se apartaron de un salto.

"¿Qué fue eso?" Preguntó Helga, sus ojos muy abiertos.

"Yo… no lo sé," Arnold tartamudeó, avergonzado y nervioso - ¿cuánto más podrían soportar? Oró porque sólo fueran las viejas tuberías que crujían.

Pero cuando entraron en la oscura cocina vieron que la puerta trasera había sido abierta, y se balanceaba con el viento, que hacía volar la pequeña cortina que colgaba sobre su ventanita.

"A-alguien dejó la puerta abierta", dijo Helga, siguiendo a Arnold dentro de la cocina. Ella agarró su mano, y él la apretó, su ritmo cardíaco creciendo.

"Estaba cerrada cuando vine hace rato," Arnold le dijo en un susurro asustado. La puerta, como en respuesta a sus palabras, se abrió unos centímetros más.

"Hay algo ahí," Helga susurró con rigidez, y Arnold pudo sentirlo también. Aunque no podían ver nada, había una especie de presencia invisible en la puerta de la cocina, mirando hacia ellos, carentes de ojos, pero penetrante a la vez.

"Q-quién está ahí?" Arnold preguntó, tratando de hacer que su voz saliera firme. La puerta permaneció inmóvil, pero Arnold todavía podía sentir algo que los veía desde el otro lado del piso de linóleo a cuadros.

"M-mano Izquierda," Helga susurró en un gemido, apretándose contra la espalda de Arnold.

"No," dijo Arnold, sintiendo un frío moviéndose a través de su cuerpo ante la perspectiva. "Creo que es algo más. Alguien tratando de darnos las gracias."

"¿Qué?" Helga le preguntó en un susurro aterrado. La puerta se abrió por completo de golpe, como para confirmar la afirmación de Arnold. Él y Helga se tragaron sus gritos y saltaron hacia atrás.

"Ahora eres libre," dijo Arnold, sintiéndose loco, pero sin saber qué otra cosa hacer con esta certitud. "Te dijimos dónde encontrar a Trudy, y Clayton se ha ido. Ambos son libres. Pero no pertenecen aquí."

"¿Arnold?" Helga dijo, confundida.

"Así que déjennos ahora," Arnold siguió, hablando al pesado vacío de la cocina, que estaba poniéndose más frío por el aire que entraba por la puerta abierta. "Eres libre. Toma a Trudy y vuelve a casa."

La puerta comenzó a cerrarse, lentamente y sin ruido, aunque crujiendo un poco mientras lo hacía. Justo antes de que se hubiera cerrado por completo se detuvo, y Arnold escuchó pasos en el patio trasero. Corrió hacia la puerta, la cerró y echó el cerrojo. Retiró un poco la cortina que colgaba sobre la ventana de la puerta, su mano temblaba mientras lo hacía. Mirando hacia fuera, vio la puerta de madera de la cerca que rodeaba el pequeño patio golpearse con fuerza, y en el callejón detrás de la casa de huéspedes vio a un chico y una chica alejarse corriendo, mano en mano, sus risas haciendo eco por el silencioso vecindario. La chica llevaba una túnica blanca que ondeaba a su espalda mientras corría, y fue lo último que Arnold vio antes de que desaparecieran en la brumosa oscuridad de la noche.

"¿Qué fue eso?" Preguntó Helga, haciéndolo saltar al acercarse por detrás. Ella puso sus manos sobre sus hombros y miró hacia el patio trasero, pero los chicos que Arnold había visto ya no estaban.

"N-nada", dijo Arnold, su cabeza recibiendo de golpe la presión por lo que creyó que acababa de presenciar. "Sólo estoy siendo un loco," dijo, forzando una risita.

"Se sentía como si hubiera algo allí", dijo Helga, abrazándose a sí misma. "¿Con quién estabas hablando?"

"No lo sé," Arnold mintió, negando con la cabeza.

"Dijiste Trudy," Helga le recordó, levantando una ceja. "¿No era ese el nombre de -"

"Helga", dijo Arnold, suspirando y pasándose las manos por la cara. "No quiero hablar de eso. Ha sido una larga noche, y para ser honesto contigo – estoy un poco asustado."

"Oh, lo siento", dijo Helga, luciendo genuinamente preocupada. "¿Quieres ir a dormir?"

"Sí," dijo Arnold con un movimiento de cabeza. "Pero no voy a poder dormir aquí ahora", dijo, mirando cautelosamente hacia la puerta y comprobando que el cerrojo estuviera puesto de nuevo.

"¿Quieres ir a mi habitación?" le preguntó al darse la vuelta, sin pensar realmente. Su cuello le dolía, y su suave cama lo llamaba.

"Si saliera de la boca de alguien más, pensaría lo peor", dijo Helga con una sonrisa. Las mejillas de Arnold enrojecieron por su implicación.

"Sabes que no quise decir-"

"Lo sé", dijo Helga, "Eres Arnold."

Arnold no estaba seguro de si debía sentirse insultado o no. Decidiendo que estaba demasiado cansado como para preocuparse, simplemente siguió a Helga fuera de la cocina. Se detuvieron delante del sofá en el camino, para checar a Rhonda y Curly, quienes no se habían movido.

"¿Crees que van a estar bien aquí abajo?" Helga le preguntó en un susurro.

"Sí," Arnold susurró. "Voy a poner mi alarma para las seis AM. Podemos bajar y despertarlos antes de que mis abuelos se levanten."

"Eso sí que sería divertido," Helga dijo mientras se abrían camino por las escaleras. "Tus abuelos bajando por el periódico de la mañana y encontrando a un par de adolescentes que pasaron la noche en su sofá."

"En realidad, si fuera mi abuela, probablemente sólo les serviría los pancakes de calabaza que sobraron de ayer" Arnold murmuró mientras se abrían camino a su habitación.

Cuando llegaron al cuarto de Arnold, él cerró la puerta tras de sí y fue a su armario. Sacó un viejo par de pijamas que eran demasiado pequeños para él ahora y se los arrojó a Helga.

"¿Qué es esto?" preguntó ella, desplegando los pantalones.

"Algo para dormir," dijo Arnold, sus mejillas ardiendo. Estaba empezando a pensar que quizás este no era un plan tan brillante - era bastante extraña - la idea de Helga durmiendo en su habitación. Pero por alguna razón que no podía dejarla ir. Después de todo lo que había sucedido esta noche, el oscuro mundo de afuera todavía parecía un poco peligroso, y, como Rhonda había dicho en Clayton, no parecía seguro separarse. 'Quizás solo tengo un poco miedo de dormir solo esta noche', pensó para sí mismo, mientras entraba a su armario para cambiarse. Se puso una camiseta y unos pantalones de pijama a toda prisa, no le gustaba la sensación de estar solo en la oscuridad. Cuando salió vio a Helga sentada en su cama en sus viejos pijamas, y prácticamente corrió hacia ella, la vista era tan reconfortante.

"Esta ha sido la noche más extraña de mi vida", dijo Helga, al acostarse junto a Arnold en su cama matrimonial. Arnold se quedó mirando a su tragaluz y sonrió.

"Feliz Halloween", dijo, con los ojos fijos en el cielo nublado por encima de ellos.

"Sí," dijo Helga en un suspiro, abrazando a una de sus almohadas. "Creo que el año que viene aceptaré tu oferta para escuchar a Gerald parlotear sobre leyendas urbanas."

"¿Es una promesa?" Arnold preguntó con una sonrisa, rodando hacia ella.

"Claro", dijo Helga, sus ojos comenzando a cerrarse.

"Buenas noches," susurró Arnold, con ganas de inclinarse para besarla, pero sintiéndose muy extraño ante la perspectiva, siendo que estaban acostados en su cama.

"Buenas noches, Arnold," Helga murmuró, con los ojos cerrados. Arnold la vio dormir durante unos minutos, hasta que sus ojos comenzaron a cerrarse. Se agachó y tiró de la manta por encima de ellos, y sacó su reloj de alarma fuera de la plataforma, lo programó para las 6 a.m. y volvió a colocarlo en su lugar.

.

Cuando puso su cabeza en la almohada se quedó dormido casi al instante, envuelto entre cansancio y la calidez. Pero en ese lugar entre el dormirse y el soñar, recordó algo, y ese recuerdo entró en sus sueños, sustituyendo sus pesadillas habituales.

Recordó los terribles minutos dentro de Clayton cuando pensó que los chicos vestidos de médicos eran espíritus reales; o cuando llegaron a la segunda planta y vieron ese furioso fuego viniendo a su encuentro. Los momentos en los que pensó que podrían no salir vivos de allí. Se recordó mirando Helga, entonces, o simplemente pensando en ella, estando de pie detrás de él mientras intentaba protegerla del peligro a su pequeña manera.

En esos momentos en los que había pensado sus vidas acabarían, su potencial futuro juntos había brillado ante sus ojos. El futuro que podrían haber perdido, si algo terrible sucediera. Era el tipo de cosas de las que apenas estaba consciente en el momento, pero que volvían a él justo antes de que cayera en un profundo sueño, y que se repetían en sus sueños.

En lugar de la desaparición de sus padres, soñó con su futuro con Helga esa noche. Vio una vida en la que no estaba solo, en la que ya no era un huérfano más. Observó la felicidad que les costó tanto conseguir; vio cómo se salvarían el uno al otro de sus pasados solitarios. Vio a los dos juntos en el parque en verano, leyendo y dormitando en la orilla de un arroyo. Los vio en la universidad juntos en otoño; se vio a sí mismo robándole besos escondidos entre los estantes de la biblioteca. Los vio sentados juntos ayudando a sus hijos a decorar un árbol de Navidad. Los vio en una boda, ambos abrazando a su hija, quien llevaba un vestido blanco.

Era el tipo de visión que no podría posiblemente recordar. Un regalo con el que no podía quedarse. Para el momento en que se despertaría en la mañana, lo habría olvidado. Pero algo se quedaría con él – un poco de esperanza, para los difíciles días y meses venideros. Una pista en el fondo de su mente de donde su consuelo yacía. En cierto modo, siempre había estado allí - en algunos aspectos él la había estado buscando a ella, renuentemente y sin saberlo, toda su vida.

Para la mañana ella había encontrado el camino a sus brazos; para la mañana él la abrazaba contra él. En su sueño, se pidió recordar, aunque sabía que no podría hacerlo. Trató de encontrarla en sus sueños, trató de decirle lo que sabía. La encontró de pie, de todos los lugares posibles, en la esquina de la calle afuera del edificio en el que su antigua escuela de preescolar había estado. Ella se volvió hacia él y le sonrió cuando él corrió para anunciarle las buenas nuevas sobre su futuro.

"Arnold," dijo, antes de que él pudiera hablar. "Lo sé."


.

Arnold se despertó con un sobresalto, un sonido fuerte y discordante lo sacó de su profundo sueño. Se dio cuenta de que era su alarma disparándose, y golpeó el botón de snooze. Miró a través de su tragaluz y vio que todavía estaba oscuro afuera - pero un toque de luz del sol color azul pálido era visible en el cielo nublado de la mañana.

'¿Por qué puse mi despertador tan temprano un domingo? 'se preguntó, frotándose los ojos. Entonces se volvió, vio a Helga profundamente dormida junto a él, y, literalmente, se arrojó fuera de la cama de la sorpresa.

Ya en el suelo, todos los acontecimientos de la noche anterior llegaron volando hasta él. Helga se despertó, bostezó y miró por encima del borde de la cama hacia él, adormilada.

"¿Qué estás haciendo?" le preguntó, sus ojos todavía eran unas rendijas por el sueño.

"Um," dijo él, tendido en el suelo y mirándola. "Sólo un poco de yoga matinal" levantó sus piernas y fingió estirarse.

"Eres tan extraño", dijo, tirando de las mantas hacia arriba, sobre los hombros. Se dejó caer sobre la almohada y lo observó fingir posiciones de yoga.

"Bueno, con eso basta," dijo Arnold después de unos minutos, volviéndose a otro lado para que ella no viera sus mejillas enrojecidas.

"¿Qué hora es?" Helga murmuró, cerrando los ojos de nuevo.

"Hora de levantarse, me temo", dijo Arnold, agarrando su ropa del suelo. Trató de no mirar el tirante del sujetador que se asomaba por entre el suéter y los jeans doblados mientras los tiraba sobre la cama para ella. Su corazón latía mientras agarraba algo de ropa para sí mismo de su armario - si sus abuelos encontraran una chica en su habitación – lo que sucedía ahora - estaría castigado de por vida.

"Regresaré enseguida", dijo, corriendo al pasillo con su ropa. Cerró la puerta tras de sí y en silencio se deslizó por las escaleras desde el ático, verificó izquierda y derecha por alguna señal de que los adultos estuvieran despiertos. No podía oír nada, sin embargo, sólo el lejano sonido de la televisión.

'Oh, Dios', pensó, recordando a Curly y Rhonda. Oró que Ernie no se hubiera levantado temprano para ver las noticias.

Bajando las escaleras como rayo, Arnold suspiró con alivio cuando vio que eran sólo Curly y Rhonda quienes tenían la televisión encendida. Estaban viendo las caricaturas de las mañanas de domingo y comían puñados de cereal directo de la caja; Lucky Charms de Oskar.

"Oye, Arnold!" Curly gorjeó alegremente. "Bonitas pijamas."

"Yo -" Arnold empezó, mirándose a sí mismo. "Chicos, tenemos que irnos antes de que mis abuelos despierten", dijo.

"No hay problema", dijo Rhonda, poniéndose de pie y estirándose. "Hemos estado despiertos por horas", dijo ella, sonriendo a Curly.

"¿Puedes creer que ambos tomamos clases de ballet?" Preguntó Curly, de pie también y poniendo la caja de cereal sobre la mesa de café. "Y que los dos lo dejamos al mismo tiempo"

"¡Sí, justo antes de la puesta en escena de El Cascanueces en quinto grado!" Rhonda terminó con una sonrisa. Arnold se quedó mirándolos.

"Wow," dijo secamente. "Qué coincidencia. Um, tengo que ir a vestirme", dijo, avergonzado. Se dio la vuelta y corrió escaleras arriba.

"¡No existen las coincidencias, Arnold!" Curly gritó detrás de él. Arnold se encogió y deseó que bajara la voz, aunque se alegró de ver que Curly parecía haber vuelto a la normalidad - bueno, lo normal para Curly. Ya podía decir que él y Rhonda iban a volverlo más loco incluso que Gerald y Phoebe, sin embargo.

Después de vestirse en el baño, Arnold se apresuró a regresar a su habitación y abrió la puerta. Encontró a Helga vestida con su ropa normal y estudiando el contenido de su escritorio.

"¿Qué son todas estas cosas?" preguntó ella, y Arnold se dio cuenta con sombría mortificación que se refería a sus pobres intentos de recrear el mapa que había encontrado en el diario de su padre.

"¡No veas eso!" dijo sin pensar, poniendo las manos sobre ellos, como para ocultar sus patéticas ensoñaciones sobre encontrar a sus padres. Helga frunció el ceño, y retrocedió.

"Caray, cálmate", murmuró, apartando la mirada de él.

"Lo siento, es sólo..." su voz se fue apagando mientras recogía los mapas y las doblaba bien. "Yo voy a – te lo contaré algún día, pero no ahora; ahora tenemos que sacar a Curly de aquí antes de que despierte a toda la casa de huéspedes y me meta en graves problemas..."

"No se te permite entretener a invitados como nosotros, ¿eh?" Helga le preguntó con una sonrisa.

"Bueno, no," dijo Arnold, tomándola de la mano y llevándola fuera de su habitación. "No invitados femeninos, al menos."

"Hay que esperar que Rhonda no chismorree que tuviste dos chicas a la vez para pasar la noche," dijo Helga al pasar por el pasillo. Arnold se volvió para hacerle una seña para que se silenciara.

"¡Serías el granuja más desvergonzado de la escuela!" , susurró.

"Oh, Dios", gimió Arnold, corriendo por las escaleras. ¿Qué había estado pensando anoche? Hacía pocas horas el dejar que Rhonda y Helga durmieran en la casa parecía lo más perfectamente racional, pero ahora no podía creer lo descuidado que había sido. Aunque, bueno, había que reconocer que había dormido muy bien, y sin pesadillas. . .

Abajo, en el vestíbulo, Rhonda y Curly estaban esperando junto a la puerta, Rhonda vistiendo el chaquetón de Curly de nuevo. La cosa era enorme y empequeñecía su pequeño cuerpo, y Arnold no sabía mucho sobre moda pero dudaba el viejo andrajo estuviera 'en boga'. "No podía dejar de preguntarse si ella tendría el coraje de vestirlo en la escuela, como había hecho alguna vez con la chaqueta varsity de Teddy.

"Muy bien, salgamos de aquí", dijo, dando un suspiro de alivio cuando finalmente sacó a sus tres invitados por la puerta principal del Sunset Arms.

"Gracias por dejar que me quedara anoche, Arnold," Curly dijo cuando estuvieron fuera. "Realmente - ayudó", dijo, con un poco de timidez.

"No hay problema, Curly," dijo Arnold con una sonrisa, sintiéndose mejor sobre su decisión ahora que estaban fuera de la casa de huéspedes y en camino a la casa de los padres de Curly.

"Sí, realmente sabes cómo hacer una fiesta, Arnold," dijo Rhonda con un guiño. "¿En dónde desaparecieron ustedes dos anoche?" preguntó, mirándolos a él y a Helga.

"Oh – nosotros - simplemente - ... subimos a…" Arnold tartamudeó, su voz apagándose.

"A hacer yoga", dijo Helga con una sonrisa. Rhonda se carcajeó, y Curly sonrió.

"¿Así es como lo llaman estos días?" Rhonda preguntó mientras Curly le entregaba un cigarrillo. Puso otro entre sus propios labios y luego encendió los dos.

"Ustedes saben," empezó Arnold, siendo incapaz de detenerse. "que en verdad no deberían fumar, es adictivo, y muy malo para -."

"Arnold," dijo Rhonda, haciendo un alto cuando llegaron a la lavandería, "Eres bueno para dar consejos y todo eso, pero por favor," dijo, tomando su cigarrillo y sosteniéndolo delicadamente entre sus dedos. "Cállate."

Arnold empezó a protestar, pero ella se inclinó para darle un beso en la mejilla. Curly le dio una palmadita en el hombro.

"Sé que es una estafa corporativa", dijo él, abriendo la puerta que conducía a su apartamento con una llave. "Estoy tratando de dejarlo."

"Me temo que soy una mala influencia", dijo Rhonda, soplando una cortina de humo por la comisura de la boca y sonriendo.

"Vamos arriba," Curly le dijo, agitando la cabeza hacia la escalera. "Te voy a preparar algo de desayunar."

"¿Van a estar ahora pegados de las caderas todo el tiempo?" Helga gruñó al tiempo que Rhonda lo seguía al interior.

"Es muy posible", dijo Rhonda.

"Uno sólo puede soñar," Curly añadió con un suspiro de ensueño. Despidieron con un gesto de la mano a Helga y Arnold al tiempo que la puerta de vidrio del edificio de apartamentos de Curly se cerraba. Arnold los vio trotar por las escaleras juntos; riéndose de algo mientras subían.

"Oh, Dios mío," Helga gimió. "Voy a tener que huir de la ciudad si tengo que empezar a juntarme con Rhonda todos los días."

"Vamos, no es tan mala", dijo Arnold, volviéndose para caminar con ella hacia abajo, hacia la casa de Helga, que estaba en la parte un poco más rica de la ciudad. "¿Qué pensarías de empezar a juntarte conmigo todos los días?" preguntó tímidamente, mirando hacia adelante.

"No lo sé," dijo Helga, pensativa. "¿Vas a seguir tratando de decirme qué hacer todo el tiempo?"

"¡No soy así!" se quejó Arnold, deteniéndose en seco y volviéndose a verla. Helga levantó una ceja.

"Está bien, soy un poco así," gruñó, avanzando, metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. "Pero ¿tratarás de entender que no es porque quiero ser mandón, es sólo que quiero lo mejor para ti?"

"Es sólo que quiero lo mejor para ti", repitió Helga, imitándolo. "No voy a ser capaz de andar cerca de ti si sigues hablando como mi papá", dijo con una risa.

"¡Dios, eres tan difícil!" Arnold dijo, frunciendo el ceño. "¿Tienes que burlarte de todo lo que digo?"

"¡No lo estoy haciendo!" Helga protestó. Arnold le dio una mirada.

"Está bien, sí lo estoy haciendo", dijo con un encogimiento de hombros. "Pero es que eres un blanco tan fácil."

"¡Helga!"

"Lo siento, lo siento," dijo ella, con una sonrisa, ya que se llegaron a su pórtico. Ella subió al primer escalón y lo miró.

"Siento como si acabáramos de tener una cita," dijo con una sonrisita traviesa.

"¿Te estás burlando de mí otra vez?" Preguntó Arnold, mirándola.

"Es posible", dijo Helga con un suspiro, mirando la calle, hacia el sol, que iba creciendo poco a poco detrás de la niebla de la mañana. "¿Puedes vivir con eso?" preguntó ella, mirándolo de nuevo.

"Nunca tengo suficiente cuando se trata de ser presa de tus burlas," dijo Arnold, sacudiendo la cabeza, y poniéndose de puntillas para darle un beso.

"¡No!" Helga exclamó, poniéndole las manos sobre su pecho. Habló tan fuerte que Arnold casi se inclinó hacia atrás.

"Lo siento", murmuró Arnold, herido, empezando a alejarse. Pero ella agarró su suéter y lo mantuvo en su lugar.

"Es sólo que tengo mal aliento por la mañana," murmuró, sus mejillas tiñéndose de rosa. Arnold sonrió y rodó los ojos. Helga besó sus dedos y se los puso en los labios, presionando su beso allí levemente. Arnold quiso tomarla en sus brazos, pero ella empezó a subir las escaleras.

"Te voy a – te voy a estar viendo por ahí," dijo ella a toda prisa, atravesando la puerta principal y desapareciendo en el interior. Arnold se quedó ahí sintiéndose un poco aturdido, un poco abandonado, muy confundido, pero increíblemente feliz, a pesar de todo.

'Bueno,' pensó, alejándose, sus manos se empujaron profundamente en sus bolsillos: 'Estoy enamorado de ella'. No había vuelta de hoja. Se sintió condenado - Helga no se lo pondría fácil, lo sabía, aunque sospechaba que correspondía a sus sentimientos.

Pero algo dentro de él, algo en lo que no podía poner el dedo con exactitud, lo hizo sentirse esperanzado. No podía dejar de sonreír para sus adentros mientras caminaba hacia su casa a través de la creciente luz de la fría mañana, y tuvo que morderse el labio para no parecer un vagabundo desequilibrado.

Mientras subía a trotes las escaleras de Sunset Arms, y el helado aire de noviembre le enfriaba los dedos, anheló un baño caliente. Y después de esto, tal vez llamaría a Helga. Tal vez irían a ver una película. Tal vez acabarían siendo una pareja normal; tal vez podían salir en citas dobles con Gerald y Phoebe.

O tal vez no, pero a lo mejor... Aun así, no importaba lo que pasara después; porque aunque acababa de dejarla, no podía esperar para verla de nuevo.

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Nota de Sandra: Espero que hayan disfrutado esta historia y que tengan un feliz Halloween. Gracias a todos quienes dejaron reviews hasta ahora: Prixs, TurquoiseGirl18, acosta perez jose ramiro, GRIMMM, Geraldine Hatch, MarHelga, Milanh, Raven Granger, Nova por Siempre, y a todos los que revisen después. Sus comentarios nos alegran el día tanto a Heidi –porque se los pasaré- como a mí. Voy a dejar una nota de autor que Heidi puso originalmente explicando algo sobre esta historia y sobre otra que pretendía ser su continuación. Gracias a todos de nuevo.

Nota de Heidi: Si les parece que el tono de la historia cambió hacia el final, les aseguro que lo hice con toda intención, ¡en serio! Porque pretendo que esto sea el comienzo del argumento de otra historia más larga. Los asuntos sobrenaturales se acabaron, pero voy a continuar con el desarrollo de la relación entre Helga y Arnold en un fic que trate de Navidad a finales de ese año.

Octubre 31 de 2014.