Disclaimer: Sólo la viñeta es mía. James y Victoria son de la vieja esa, sí, la que Bella-Sue, quiero decir, Stephanie Meyer.

Claim: James/Victoria

Summary: Son sólo lo que ya fue, y fueron lo que ya no es.

Recomendación musical: Adiós — Jesse & Joy.

Dedicatoria: A las Tweeties y Analu Cullen.


Respirar su ausencia.

(Duele no tenerte cerca, duele no escuchar tu voz, duele respirar tu ausencia)


No sabía qué sentimiento era mayor, la rabia o la tristeza. James era su puerto seguro, y se lo habían arrebatado.

Lágrimas invisibles y secas corrían por su rostro, no podía verlas, pero sí podía sentirlas quemando sus labios y corroyendo su alma. Él se había ido sin quererlo, con un 'hasta nunca' no pensado,dejándola a ella con las ganas de decirle un 'hasta siempre' enamorado.

Ella siempre había sido su satélite, lo rodeaba todo el tiempo y sin él estaba perdida. Sus ojos rojos eran como estrellas para ella, no importaba cuánta maldad reflejaran.

Los besos fríos y secos eran el bálsamo de la pelirroja, las caricias prohibidas eran su más grande medicina. Las palabras que salían de sus labios (las que fueran) eran un canto de sirenas para Victoria.

Ella era sólo una mujer enamorada, atrapada en una ilusión rota, —inexistente e imaginaria—. Ella sólo quería que pagaran por lo que le hicieron y luego acompañarlo. Por sobre todas las cosas en el mundo, Victoria quería tenerlo cerca.

Son sólo lo que ya fue, y fueron lo que ya no es. Él se ha ido sin quererlo, con un 'nunca te amé' en la mirada, dejándola a ella con las ansias de besarlo y decirle 'te amo' una vez más, pero lo que fue ya no será, el pasado se borró como las cenizas al viento, (las cenizas de él).

El fuego quemó sus esperanzas, el viento llevó sus ilusiones y sus sueños. Él la había rescatado, pero ella no pudo salvarlo a él. Se sentía tonta, impotente y malagradecida, aunque no lo era, y sintió su corazón romperse en tantos pedazos que sería imposible de reunirlos todos de nuevo.

Ella había jurado, al principio, no apreciarlo; luego admitió quererlo y, finalmente, se dio cuenta que lo amaba más allá de lo posible —y lo imposible— y que estaba dispuesta a todo por él.

Era más grande la tristeza que la rabia, pero Victoria se dejaría llevar por la sed de venganza. Debía darle justicia a la muerte de James, debía acabar con todos los que le saquearon la felicidad. Ellos debían morir.

Para poder seguir adelante, necesitaba decirle adiós al recuerdo de su amante rudo y pasional. Para poder seguir su existencia sin recaer en las garras de la mísera melancolía debía acabar con los verdugos de su alegría. No habría más risas a la hora de la cena, no habría más besos a horas de la madrugada, no más caricias en las luminosas mañanas soleadas. Ella necesitaba decirle adiós al recuerdo de James, pero para eso debía acabar con todo lo que le recordara su partida.

Le habían quitado lo único que llegó a querer en la vida, le habían manchado su final feliz. Le habían destrozado el cuento de hadas, y ella ya no lo vería más que en sus recuerdos, no escucharía más su voz en todo momento. No volvería a oler su esencia y debería conformarse con respirar su ausencia.

Por ahora.