Eres una muñeca (rota) de cabellos castaños y ojos cafés, mirada inocente (aunque no lo seas tú) y eres tan frágil. Eres esa chica, Hizz, que cae al suelo y llora (y no sabe nada) mientras intenta inventar un cuento con final feliz. Eres esa niña que compra flores de Nomeolvides para no olvidar quién es, que huele los lirios y margaritas del jardín, que pone rosas blancas (sin espinas, porque es tonta y puede pincharse) en la cama. Eres esa niña que se inventó un lugar imaginario para estar sola y recobrarse de los golpes de la vida, para pensar y sentir. Eres esa niña que piensa que todos deberían tener su lugar especial. Eres la bebé que casi no nace (aquel cinco de diciembre) porque todo estaba en huelga y no había lugar (esperanzas torcidas, muertas). Eres la chica que escribe lo que piensa (siente, vive, imagina). Aquella pequeña pervertida que siempre le encuentra el otro sentido a las frases. Eres esa niña sentimental, la adolescente confundida. Eres la que no distingue entre sexos ni razas, pensando que en cualquiera se puede encontrar el amor. Eres la pequeña risueña que tiene muchas esposas virtuales, como jugando, y las quieres (como si fuera verdad). Eres aquella que piensa que los mejores amigos pueden encontrarse en cualquier lugar y de cualquier manera. Eres la que está segura de que la tristeza hace que la felicidad sea verdadera. Eres tú, la que escribe bajo un pseudónimo y sonríe (y lo cuenta todo). Y ya no estás aquí.

Adiós.